jueves, 30 de junio de 2016

Hay mujeres que aunque dicen sí, quieren decir que no; y aunque parece que dan pista libre para una noche de pasión, luego es también sí, pero a medias.

Esto lo dice un amigo -yo creo que un poco exagerado- que en los últimos meses ha tenido unas cuantas amantes ocasionales y con las que más parecía que prometía la noche, al final ha salido rana, no porque ellas no estuvieran dispuestas a llegar hasta el final, sino porque entremedias era difícil acertar porque eran unas tiquismiquis. 
Se dice “tiquismiquis” cuando una persona tiene excesivos reparos o escrúpulos hacia algo sin importancia.


No, así no que yo prefiero de la otra forma. Vale, vamos a la otra forma. No, tampoco, es que no me acomodo. Otra: ten cuidado con las sábanas , que son de hilo, justo en el momento más inoportuno.

O se sentaban en el sofá y cuando la excitación subía varios grados, ella cortaba por lo sano porque allí no le gustaba, prefería la cama no se fuera a manchar el sofá, y se lo decía tan de sopetón que al otro lo dejaba en un ay! O en la ducha como que tampoco, porque luego el pelo no se seca…

A cuenta de estas manías -dicen ellos- otro amigo contó que salió una vez con una chica la cual le gustaba mucho, pero que la experiencia fue de risa, porque ella se tiró toda la noche diciéndole: Ay, ten cuidado con mi pelo, no pongas el brazo ahí que me rozas el pelo, no me lo toques, ¡Cuidado!

Se había puesto extensiones en el pelo y eran muy caras para que se las pudiera estropear durante el polvo, le dijo. El otro se partía por no echarse a llorar. Él sí que se tiraba de los pelos...

Fuente: Chapi Escarlata 

martes, 28 de junio de 2016



Hace una semana salía de mi trabajo algo cansado a eso de las 8: 00 pm, cuando mi celular de repente sonó, era un mensaje de texto de un viejo amigo que decía:

Cuando salgas de trabajar date la vuelta por el bar de Lucho, para unos tragos con la gente…

No lo pensé dos veces, necesitaba distraer un poco la mente y alejarme de todo lo que tuviese que ver con el trabajo. Llegué, salude a mis amigos; que estaban tomándose unos tragos y pedí el mío. 

Nos pusimos a hablar de muchas cosas cuando de repente sentimos que la puerta del bar se abrió, lo que vimos entrar fue algo que nos dejó atónitos. Era una mujer joven, pelo lacio, glamorosa, labios color rojo oscuro, cuerpo despampanante y tacones rojos. La mujer se sentó y pidió una copa del vino de la casa. En su hablar se notaba un vocabulario complejo e inteligente.

Mis cinco amigos, ya algo picados, comenzaron a molestarme y apostaron 100 soles cada uno a que no podía llevarme a la chica glamorosa a pasar la noche conmigo. Yo como todo un Don Juan, acepte la apuesta. Noté que la copa de la chica estaba terminada, pedí dos copas de vino de la casa y me acerqué a ella.

Comenzamos a hablar, pasamos a reír, seguimos tomando y hasta utilicé esa vieja técnica de citar frases de poetas y dramaturgos para captar su atención. Después de varias copas la chica me dijo que si podíamos ir a un sitio más cómodo, como por ejemplo mi casa. Fuimos a mi casa y no perdimos tiempo, tuvimos el sexo más salvaje que jamás haya tenido; fue casi sacado como de la novela las "Cincuenta Sombras de Grey". Cuando terminamos; me quedé dormido, a su lado... Jamás pensé que al levantarme iba a encontrarme en mi cama solo, con 100 soles a mi lado y esta carta.

Chico Desconocido:
Disculpa que me haya ido sin decirte nada pero no soy de ese tipo de chicas que duerme acurrucada con desconocidos, ni estar a su lado cuando sale el sol. Mucho menos soy de las que les gusta que su sexo casual le lleve desayuno a la cama. Sé que debes sentirte un poco confundido leyendo estas líneas. Pero la realidad es que yo soy otro tipo de mujer, si piensas que ayer me llevaste a la cama porque eres todo un casanova; te equivocas. Yo escogí irme contigo porque tenía ganas de tener sexo, al igual que a los hombres les dan ganas a las mujeres también y tenemos el derecho de decidir cual cumple nuestros estándares para esa noche en particular. Si piensas que anoche fui tu objeto sexual y que soy un trofeo para exhibirlo a tus amigos, te vuelves a equivocar. Tú fuiste mi objeto sexual, hiciste lo que yo te deje hacer. Pero a diferencia tuya, yo no necesito trofeos para exhibir cuando cuento con mi propia colección privada. ¡Nos vemos!

Atentamente: La chica de los tacones rojos

Postdata: Casi se me olvida, los 100 soles que te dejé en la cama es tu retribución por el esfuerzo de anoche. ¡Besos!



Comenzamos un 2016, un año donde continuar la lucha que se ha venido dando contra la injusticia y las desigualdades sociales por sexo/género. Demandas como el derecho al aborto, por un igual salario por el mismo trabajo, contra la precariedad laboral y el subcontrato, contra los femicidios, los acosos sexuales, por una educación no sexista, entre tantas otras cosas que las mujeres hemos puesto en la palestra y que han cobrado gran importancia.

Las demandas de género son un blanco de cooptación de los gobiernos para instalarlos en sus reformas, pero que si no fuera por nuestra pelea constante en las calles, no sería lo mismo. Para las corrientes reformistas “estamos avanzando como sociedad hacia la igualdad”, al igual que algunas ONG de carácter oficialista, pero para otras aún nos quedan muchas cosas por cambiar. Es por este gran avance de la lucha feminista, que además nos encontramos con algunos conceptos que pretenden echar polvo en los ojos de la sociedad contra esta importante lucha que pone al centro la conquista de derechos negados durante siglos, y que generación tras generación nos hemos puesto en pie para continuar luchando por ellos.

Estos conceptos son el “hembrismo” y el popular “feminazi”. El hembrismo es una infundada “teoría” que pone a las mujeres en superioridad del hombre, o lo que resulta contrario al machismo. El término feminazi fue se empleó por primera vez por el economista Tom Hazletten y el locutor Rush Hudson Limbaugh en 1980, aunque el término se popularizó en los años 90’. ¿Cómo nació este concepto? Para criticar a activistas feministas como Gloria Steinem, Susan Sarandon, Camryn Manheim entre otras, producto de las campañas por el derecho al aborto en Estados Unidos. Claramente, ambos conceptos calaron perfectamente en las mentalidades conservadoras del ayer y hoy.

Si estos dos conceptos dicen promover el “trasfondo” del feminismo (erradamente), como una apuesta contraria al machismo, entonces: El machismo es definido como una“actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres”, por tanto, el machismo promueve y sostiene prácticas culturales y sociales discriminatorias contra las mujeres, donde, por ende, se normalizan y naturalizan, y esto ha sido así durante siglos. ¿Qué sería el hembrismo? Una actitud que sostiene prácticas culturales y sociales discriminatorias contra los hombres. Algo no cuaja dentro de todo esto, y claramente, las mujeres como sujetas oprimidas difícilmente podamos llevar adelante esta teoría sin fundamento en una sociedad totalmente patriarcal.

Ahora bien, claramente aquello es ajeno y para nada representativo de un movimiento que ha trascendido durante siglos. El feminismo surge a fines del siglo XVIII como movimiento social, teórico y político. En la revolución francesa “la cuestión de la mujer se convirtió, por primera vez, en una cuestión política. El feminismo surgió, poderosamente, como un movimiento político que reclamaba la igualdad de derechos para las mujeres” .

A través del feminismo, buscamos la igualdad de derechos entre los géneros; principalmente, cuando la realidad objetiva demuestra que sí existe una diferencia: lo apreciamos en los sueldos, en donde por el mismo trabajo ganamos menos sueldo, o que exista feminización de carreras profesionales producto de la asociación de roles a la mujer desde que nacemos (como carreras de obstetricia, contabilidad, pedagogías, educación parvularia, entre otras, donde un porcentaje considerable es compuesto por mujeres). Entonces, no buscamos el ser superiores a los hombres, sino que junto a ellos avanzar en cambiar la realidad y construir una sociedad igualitaria y justa. Claramente no es fácil, pues existen tapujos como los prejuicios detrás de ambos conceptos, donde además revela lo peor de una sociedad machista que se niega en ver la realidad de las mujeres.

El feminismo no busca dominar a los hombres, no busca privarlos de sus derechos, que ganen menos salario, que deben ser objetos de violencia cotidianamente, que deben alejarse de los espacios públicos, y mucho menos, no hay ningún sistema que sostenga el tan afamado “hembrismo”, ni el en ámbito, social, político y cultural. Negar que hoy vivimos en una sociedad machista es hacer oídos sordos a un sin número de tipos de violencia contra la mujer, aunque se nos haga ver que “hemos avanzado” por el hecho de que existan algunas reformas.

No es casualidad que ganemos menos sueldo, en el Perú, del total de mujeres que trabajan, solo el 9% acceden a cargos directivos, entre lo que la desigualdad salarial es del 2%, mientras que el ingreso promedio mensual de las mujeres equivale al 67% de lo que reciben los varones, y si hablamos de violencia contra la mujer, las cifras son más que alarmantes pues observamos que entre el 2009 y 2015, 734 mujeres fueron víctimas de feminicidio, lo que arroja un promedio de 120 al año. Esto nos coloca, según cifras de la Defensoría del Pueblo, en un vergonzoso segundo lugar en América Latina en casos reportados de feminicidio, entre tantos otros ejemplos que dan razones para que las mujeres nos organicemos y alcemos la voz contra un sistema patriarcal, donde a los hombres se le otorgan privilegios.

Es un gran avance que los hombres comiencen a cuestionarse estos privilegios, que reconozcan que la sociedad violenta a las mujeres día a día y así poder conjuntamente avanzar. Resulta fácil juzgarnos cada vez que no nos callamos ante un acto violento de cualquier índole, tratándonos de “histéricas” “alaracas” o "dramáticas" resulta fácil decirnos hembristas o feminazis por querer cambiar esta sociedad, y cierto, quien sistemáticamente escuda las miserias de esta sociedad detrás de estos conceptos, invisibiliza toda una cadena de violencia histórica contra nosotras.

Incluso, aveces nos resulta contradictorio, y algunas veces doloroso que otras mujeres se refieran así a nosotras, aunque nos dan muchas más razones para avanzar en socializar aún más nuestra lucha. Este hecho, que otras mujeres que incluso viven algún tipo de violencia diaria (psicológica, física, laboral, sexual, etc) nos tilden de feminazis, nos demuestran que el sistema ha logrado en cierta medida pasivizarnos y haceros creer que todo está bien, aunque con todos los ejemplos dados, sólo es una prueba evidente de que eso no es cierto.

Y no sólo eso, que el mismo concepto feminazi iguala la lucha feminista con los nazis, quienes asesinaron a millones de personas, mujeres, lesbianas, homosexuales, judíos/as, gitanos/as, militantes de izquierda, entre otros/as, quienes además utilizaron métodos de tortura que implicaba la violencia sexual hacia las mujeres y las personas no heterosexuales, claramente, feminismo no es esto y argumentos de sobra hay.

En fin de cuentas, no somos demonios, no somos unas locas que queremos erradicar al género masculino de la faz de la tierra, primero, porque no hay tal sistema fundado en bases teóricas que permitan “el hembrismo”, y segundo, porque la sociedad está configurada de tal forma que avanzar en esta problemática nos permite avanzar en erradicar al enemigo más grande que vive debajo de cada acto de violencia (sí, tú patriarcado). Informarse no cuesta nada.

"Por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres" (Rosa Luxemburgo)
Fuente: Fanny Valladares: Vocal de Género y Sexualidad FEUV
La Izquierda Diario